El empresario venezolano tiene el objetivo de
convertir en potencia la raza equina del país
Alejandro Jesús Ceballos Jimenez:
“La
competitividad y la productividad definen el éxito de los negocios”
*Es presidente de la empresa Alfamaq, una de las corporaciones
de la construcción que ha hecho uno de los aportes más decisivos en Venezuela.
Tiene como meta consolidar su expansión hacia América Latina y Norteamérica.
Viene tallado de un tronco familiar novelesco y está consciente de que no hay
espacio para defraudar la estirpe de donde viene
Los fragores de la época (vísperas de la caída de la última dictadura) hicieron que viniera al mundo en la ciudad de Bogotá el 28 de febrero de 1958, pues tanto su padre como su madre se habían exiliado en Colombia perseguidos por la implacabilidad de Marcos Pérez Jiménez.
Diecisiete días después vino a Caracas,
apenas los médicos autorizaron a su madre. Venezolano por nacimiento, a pesar
de las circunstancias, Alejandro Ceballos parece predestinado por la impronta
de un abuelo y un padre que signaron y forjaron su crecimiento como persona y
su desarrollo como uno de los grandes emprendedores de la Venezuela de las tres
últimas décadas.
Primer hijo varón de un padre cuya
existencia vital aún lo determinada, Ceballos está al frente de Almafaq, una de
las corporaciones de la construcción que ha hecho los aportes más decisivos en
el país.
Estudio primaria en el colegio La Salle
de La Colina, en Caracas, y el bachillerato lo completó entre el liceo San Luis
de El Cafetal y lo concluye en el Instituto Nueva Esparta (formó parte de la
última promoción, antes de que se transformara en universidad). Realizó
estudios de Economía entre la Universidad Católica Andrés Bello y la
Universidad de Carabobo.
Nieto de un llanero que era propietario
de un hato y varios negocios y garajes, además de estaciones de servicios y 6
mil cabezas de ganado, Alejandro Ceballos heredó no sólo las riendas económicas
sino los ímpetus generacionales y se reconoce surgido y representante de esa
estirpe indoblegable que navega entre lo existencial, lo denso, lo poético, lo
pasionario, lo literario y lo pragmático. Con todo ello resume su claro
horizonte: una apuesta absoluta y pasionaria por Venezuela y sus gentes.
Atesora cartas –a puño y letra– del
abuelo y del padre que parece emplear como bitácoras de su recorrido
existencial y profesional, en el que se mezcla una pasión que se diluye entre
la política y los negocios, con una peculiar visión (ya se verá) del desempeño
corporativo.
Para rubricar lo afirmado, baste decir
que en 1978 tuvo la misión de ser el coordinador en Miranda de la campaña de la
juventud de Luis Piñerúa Ordaz, candidato de Acción Democrática.
Esta inquietud política formaba parte
del álbum familiar, pues apenas huyó Pérez Jiménez su padre regresó al país y
fue nombrado “con el auspicio de Rómulo Betancourt) presidente del Plan de
Emergencia de la Junta de Gobierno que presidió el almirante Wolfang
Larrazábal.
Este hilo sanguíneo estimularía en
Alejandro galopantes proyectos políticos, pues a los 32 años fue secretario
general de AD en Chacao –recién nacido como municipio–, donde era una utopía
que las fuerzas adecas pudieran doblegar a las copeyanas. Resultados de su
conexión con las bases populares hizo ganar a su partido no una sino dos veces
y no de forma ajustada, sino aproximándose a la unanimidad del voto. Se le
tildaba de radical y en tal condición era hostigado por la cúpula, hasta que a
principios de los 90’ decidió renunciar. También fue jefe de campaña de Irene
Sáez para la alcaldía de Chacao.
RECORRIDO FAMILIAR VITAL
Para
decepción de su padre, que desde luego auspiciaba en él la continuidad de la
saga familiar, Alejandro Ceballos interrumpió la universidad al conocer que su
novia Amalia estaba embarazada. Y el 4 de febrero de 1978 se casó con ella,
para desconsuelo de su padre, quien creía que esta nueva responsabilidad
descarrilaría al cachorro.
Abandonó la comodidad del hogar materno
y se fue a Valencia por una oportunidad de trabajo, además de que prosiguió
estudios en la Universidad de Carabobo.
Allá le fue encargado a su empresa
Cartama –en asociación con un primo ya fallecido– la remodelación total del
Colegio de Médicos del estado y la construcción de un lote de viviendas en
Naguanagua.
Recuerda que, siendo hijo de un
ingeniero civil, desde los cinco años acompañaba a su progenitor a las obras, de lo
cual aprendió a hacer cálculo de construcción, y se ufana de haberlo hecho para
las bases y columnas de su propia casa.
Es constante la evocación del padre y
del abuelo, cuyas historias se entrecruzan a veces de modo irreconocible.
Cita que el abuelo quedó huérfano a los
3 años, infausta circunstancia que lo llevó a desarrollarse como un autodidacta
en diversas áreas: a los 16 años lo ingresó a la milicia montonera quien era la
mano derecha de Juan Vicente Gómez y en cuatro años ya era capitán.
El hilo entre las dos generaciones que
lo anteceden hace que Alejandro Ceballos debe estar permanentemente
diferenciando si el relato que cita de memoria tiene a su abuelo o su padre
como protagonista, o los dos.
Así por ejemplo, al delatar que su
abuelo tuvo 26 hijos entre varias mujeres, de todos ellos su papá (Alejandro
II) era el mayor, y en tal condición ejercía de hecho el reinado de una
monarquía: todas las solicitudes del tronco patriarcal debían contar con su
aprobación para que contasen con el visto bueno definitivo.
De su papá (el mismo Alejandro II)
evoca con especial elocuencia el que haya ganado el concurso al mejor orador de
América Latina en 1956, realizado en Colombia con el auspicio de las
Universidades Pontificias Católicas, y que posteriormente se expandió a otras
universidades.
–Mi
papá a los 18 años se había leído 6 mil libros–, expone Alejandro (III) Ceballos,
quien inmediatamente recuerda que en una ocasión el mismísimo Arturo Uslar
Pietri –uno de los hombres más cultos de la Venezuela contemporánea y glorioso
tejedor de discursos– le aseguró que su padre (Alejandro II) era el mejor
orador que había dado el país.
Acto seguido relata un episodio
definitivo en el historial de las tres generaciones: el abuelo dedicó tres años
y medio a recorrer el mundo y dejó encargado de los muchos negocios y todas las
finanzas a su hijo mayor, quien por entonces tenía… ¡11 años!
Esta falencia no demoró mucho en dejar
consecuencias y entonces una hermana del abuelo (hermana de Alejandro I) le
escribió: “Sálvalo, es solo un niño”.
El abuelo regresó y lo internó en el
liceo San José y allí la biblioteca se le hizo insuficiente y empezó a leer
todos los libros de la Biblioteca Nacional. “Por eso le fluía el verbo”, expone
el hijo.
–¿La estirpe es un peso?
–Es
una gran responsabilidad, no puedo ser distinto–, reconoce Alejandro Ceballos el
peso de su historia familiar.
De su línea materna también le sobra
pedigrí, pues su madre Maura es una poetisa cuyo trabajo fue reconocido por la
OEA.
CONCEPTO EMPRESARIAL “SUI GÉNERIS”
La empresa Almafaq aglutina hoy en día
todas las actividades empresariales de Alejandro Ceballos en el área de la
construcción.
Entre
las muchas obras desarrolladas por Almafaq destaca la construcción de la planta
de tratamiento de aguas residuales “La Mariposa”, ubicada en Valencia, estado
Carabobo. Esta es una obra de carácter ambiental cuya magnitud la posiciona
como una de las más grandes de Latinoamérica.
Inversiones Alfamaq también afrontó el desafío de la adecuación integral de una de las joyas arquitectónicas más emblemáticas de Venezuela: el Hipódromo La Rinconada.
En Los Valles del Tuy, una sub región del estado Miranda, Alfamaq construyó a finales de 2015 el Complejo Urbanístico Colinas de San Francisco de Yare, el cual cuenta con 1.540 viviendas multifamiliares para la clase media.
Y
en plena ejecución Alfamaq adelanta la construcción del Sistema Teleférico
Waraira Repano – Macuto, mediante se unirá a Caracas con el estado Vargas
atravesando la cordillera montañosa. Este medio de transporte movilizará más de
400 personas por hora aproximadamente, desde la capital de Venezuela hasta el
estado Vargas.
Con
este proyecto se impulsará significativamente el turismo, gracias a una
conexión entre la montaña, playa y la ciudad en un novedoso sistema de
transporte que trasladará a los visitantes a un espectacular viaje de vistas
extraordinarias.
El
sistema estará conformado por cuatro estaciones: Waraira Repano (terminal), San
José de Galipán, La Hacienda y El Cojo (terminal), con un tiempo de recorrido
de 45 minutos en cabinas de última
generación que garantizarán no solo la calidad del servicio sino un largo
período de vida útil al sistema.
DESARROLLO INTERNACIONAL DE ALFAMAQ
Internacionalmente
Alfamaq también ha logrado importantes desarrollos en la construcción. Tal es
el caso del conjunto residencial Costa Esmeralda, que se encuentra ubicada a
solo cuatro minutos del Aeropuerto Internacional de Tocumen y a 11 minutos del
centro financiero de la ciudad de Panamá. Colinda con una zona de vegetación
protegida y el Corredor Vial Sur.
Igualmente
en Panamá construyó el conjunto residencial Altamira Gardens, cuenta con 9
edificios de 5 pisos. Se encuentra en la avenida Centenario, al lado del
estadio Rod Carew, en la ciudad de Panamá.
Alejandro
Ceballos igualmente preside la compañía Ferretería Alfamaq, la cual es independiente,
aunque con los mismos socios. Es proveedora de materiales para la construcción.
Se ubica en la Zona Industrial de Barquisimeto y atiende principalmente al
occidente de Venezuela.
Asimismo
es presidente de Sarlef Limited Company, con sede en Londres, Inglaterra, una
corporación importadora de materiales de construcción para asociaciones
estratégicas con empresas chinas y brasileñas.
Con sede en España, Ceballos de igual manera es presidente de Wodson Internacional, la cual abastece equipamiento para edificaciones (puertas, pocetas, etcétera).
En general, ha construido unas 200 carreteras y 100 puentes en 37 años de labor. Últimamente ha incursionado en el ramo hotelero con perspectiva de expansión continental y, de momento, construye un hotel propio en Lecherías (Anzoátegui).
–La
constructora arrancó fuerte en el municipio Sucre (Miranda): hice Mesuca y la
mitad de Sucre.
–Voy
a que Alfamaq, empresa venezolana, sea una empresa de alto prestigio a nivel
internacional. Ahorita estamos más dirigidos hacia la zona hotelera por el
déficit que hay
-¿Cuál es su concepción de lo que debe ser un
empresario venezolano?
Inicia señalando que para él la competitividad y la productividad definen el éxito en los negocios.
Y aduce que para ser competitivo uno de los principales factores a tomar en cuenta es reconocer el esfuerzo colectivo, por lo que aboga que haya una mayor participación en los beneficios de la clase obrera.
–Los
venezolanos debemos que entender que, independientemente de cualquier gobierno,
nosotros tenemos que tener conciencia de que los trabajadores tienen que tener
una mayor participación en la plusvalía que produzca cualquier empresa.
–Lo
puedo demostrar en el éxito del Haras Urama (de su propiedad): mis caballericeros
y cuidadores, capataces y veterinarios tienen un porcentaje de las utilidades
de las ventas.
–Al
darle una participación mayor a la que corresponde por ley sentirán que tienen
un mayor beneficio a mayor esfuerzo.
Dice
que constantemente estimula a sus colaboradores del haras: “No quiero que
ningún hijo de ustedes sea caballericero del Urama”.
Y cada trabajador del haras recibe no
solo beneficios económicos sino plusvalía, pues garantiza un transporte privado para que los hijos de
sus colaboradores vayan a los colegios, amén de recibir un porcentaje de las
ventas.
Esto hizo que el Urama vendiera hace
dos años el equivalente a 2 millones de dólares con apenas 24 caballos,
mientras que otros establecimientos con el doble o más de ejemplares en
exhibición tuvieron rendimiento a la mitad o menos.
Ceballos sostiene que este principio de
repartición de la plusvalía con los trabajadores se aplica en todo su circuito
de empresas.
–Si
haces un esfuerzo hacia una labor, no puede ser que la ganancia sea solo mía,
porque el interés de ellos no es que yo triunfe, porque en todo caso triunfaré
yo solo”.
–Si
el sacrificio es de todos y el beneficio es mío, nadie va a trabajar con la
misma voluntad–, agrega.
-¿La sociedad está preparada para que el empresario
distribuya la plusvalía…?
–…Que
lo distribuya mejor. Como en la política: cuando tus intereses son los de
muchos, muchos van a trabajar para ti.
De
este mismo principio Ceballos hace regocijo personal: “Comulgo con los principios
cristianos de Jesucristo y siento que él me va a apoyar”.
Sobre
su mesa de trabajo se exhiben dos máximas que lo guían: “Sin prisa, pero sin
pausa”, y “Los hombres no se miden por la calidad de sus excusas, sino por sus
resultados”.
HIPISMO: COMPARABLE AL BESO DE UNA MUJER BELLA
La otra gran pasión de Alejandro
Ceballos es el hipismo. El Urama muestra de ello. También cuenta con una flota
de purasangres que corren en Estados Unidos.
Esta
otra pasión le viene también de la línea materna, pues la familia de su madre
Maura es aficionada al hipismo. De suerte que a los cinco años Alejandro acertó
una combinación de seis ejemplares en La Rinconada que pagó 70 mil bolívares,
una auténtica fortuna en 1963.
Apenas recuerda que el cuadro sellado
fue por un monto de cuatro bolívares y menciona a Sol Rayito, el nombre del
ejemplar que acabó con los cuadros. Tan solo una bicicleta obtuvo como rédito
por aquella hazaña que iría a definirlo con el tiempo.
–¿Cruzar de primero la meta a qué es comparable?
–A
darle un beso a una mujer bella.
Pero su ambición hoy no es la apuesta
sino contemplar y proyectar al hipismo como un deporte. Y en esta línea
Alejandro Ceballos tiene trazado un objetivo de dimensiones nacionalistas: “Mejorar la
genética venezolana” con respecto a los purasangre.
–Tengo
en la actualidad como padrillos del Urama a caballos traído de Estados Unidos
que eran propiedad mía.
El Eclipse Awards es al hipismo lo que
el Oscar al cine: lo más preciado. Mil periodistas escogen al jinete del año en
Estados Unidos y en las últimas seis ocasiones los ha ganado un venezolano: tres
veces Ramón Alfredo Domínguez y luego el testigo lo asumió José Javier
Castellanos las tres temporadas más recientes.
Esto sirve de inspiración y alimento al
anhelo de Ceballos: “Tenemos grandes entrenadores: Juan Arias, Gustavo Delgado…
¿Por qué no podemos tener los mejores caballos?”
–Mi
foco es que Venezuela también es viable de tener los mejores caballos del
mundo.
Esta
colosal meta no tiene ribetes de quimera sino, en contrario, fecha pautada: en
seis o siete años espera ver consagrada esta foto.
–Si
no soñáramos no seríamos humanos. Soñé en formar una gran corporación en el
ámbito de la construcción y sigo soñando que vamos a ser una corporación
importante también en América Latina y Norteamérica.
Se encarga personalmente, ayudado por
asesores, de hacer los cruces de los pedigrí del Urama, cuna de Don Lucas, el
mejor ejemplar actualmente en La Rinconada y con el que aspira coronar los
mejores eventos clásicos que restan en 2016, incluido principalmente el Simón
Bolívar.
–Verlo
cruzar la raya es un logro mucho más trascendental que cualquier otro–,
sintetiza su amor por los nobles corredores.
CRISIS: 300 MIL MILLONES DE DÓLARES EN 200 METROS
–Han
pasado 205 años de la independencia de Venezuela y la tragedia continúa. Hace
205 años éramos el primer productor de cacao y café, y no éramos capaces de mezclarlo
con leche y mandarlo a España: mandábamos el fruto completo. No éramos capaces
de aportar mayor insumos para darle valor agregado. El café: mandábamos el
grano sin pelarlo–, extrapola Alejandro Ceballos su análisis de la severa
crisis económica que sume a Venezuela.
–Han
pasado 205 años y vendemos aluminio en cilindros y nos lo regresan desde
Francia en vagones de Metro. Así un país no se puede desarrollar.
Cita por contraste a Japón, que no
dispone de una sola planta de aluminio y producen partes de los aviones Boeing.
–No
hemos sabido invitar a inversionistas o hacerlo nosotros mismos. Solo vendiendo
materia prima es imposible lograr el desarrollo. Por más que vendamos materia
primera siempre estaremos perdiendo.
Luego
de enumerar las debilidades y potencialidades agroindustriales, propone que en
Venezuela se pueden procesar 32 rubros alimenticios para atender a la
población, y que en materia cárnica no podemos aspirar a ser competitivos sino
autosuficiente.
Hecha esta exposición, alega que en el
país no hemos entendido que somos petroleros y de minerales y que, en esta
perspectiva, ha debido perfilarse a la Nación con miras a su desarrollo
sostenible.
–Somos
un país más minero que petrolero: tenemos la mayor reserva de bauxita, carbón,
hierro, diamante, oro, ahora el coltán.
–Solamente
en el arco aurífero en 200 metros nada más hay más de 300 mil millones de
dólares.
Lamenta que Venezuela solo tenga una
planta procesadora de hierro disponiendo de tanto material primario. “Deberíamos
tener muchas plantas para hacer vigas, cabillas, planchones, etcétera”
–Mientras
no seamos capaces de entender que esa materia prima hay que trabajarla, no vamos a
desarrollarnos. La industria petroquímica es muy pequeña para la producción que
tenemos, además es incipiente y errática.
–Ningún
gobierno ha entendido cuál es el camino para desarrollarnos. Me preocupa cuando
no tenemos una orientación seria de cuál es el rumbo que debemos tomar en
materia económica: no hay que preciar la economía por principios sociales,
porque es la fuente que te va a permitir el desarrollo.
Ceballos cita por caso el gobierno del
fallecido presidente Hugo Chávez, quien propició que millones de venezolanos de
todas las edades accedieron a las universidades, aunque de esta gesta emergieron otras necesidades
a partir de un robusto poder adquisitivo.
-Hay
nuevas expectativas a partir de las posibilidades que dio el gobierno. Teníamos
que crear una economía suficientemente estable.
-¿No fue bien visionado ese ritmo?
–Sí ha tratado de ser visionado, pero no haber
tomado medidas en otros sectores de la economía y una caída abrupta del precio
del petróleo nos pone en una crisis galopante.